Quoting en El Mercadito

El año pasado tuvimos la oportunidad de participar en El Mercadito con Quot!ng, una experiencia fascinante, enriquecedora y, en extremo, satisfactorio para el corazón.

Esta iniciativa que surgió como un proyecto en la Escuela de Comunicación Mónica Herrera. Siempre he hablado de las gratificación de dar clases, a pues al frente del proyecto está una ex alumna. No tienen idea la satisfacción que brinda ver a uno de tus "pollitos-estudiantes" con ese desarrollo, seguridad y manejo frente al público, a los clientes, a los proveedores. ¡Ale, felicidades. So proud!.

Pero más allá de un proyecto estudiantil, El Mercadito tiene un trasfondo social y económico basado en varias tendencias mundiales como la economía colaborativa, el emprendedurismo y el amor por lo local. Entre sus objetivos están:
› Brindar un espacio a los emprendedores salvadoreños para que puedan exponer y vender sus productos.
› Crear una comunidad de emprendedores que permita una base para una economía colaborativa: base de datos de proveedores, compras entre emprendedores y así ir creciendo todos.
› Conquistar al salvadoreño para despertar el amor por el consumo local.
› Fomentar valores de solidaridad, empatía, orgullo salvadoreño, emprendedurismo y creatividad, entre otros.

Pero ya les cuento cómo me fue, mi primera experiencia.


Primero pesado. Fue un finde en el que terminé muerto. Una semana antes me había dado zika y no paré ni en el trabajo ni con la producción para el evento. Ya el sábado, levantarse temprano, llegar, montar, exponer, vender, cobrar, hablar, abrazar, contar, saludar, desmontar, guardar, arreglar, subir... y al día siguiente igual. Aclaro, no es queja. Les estoy contando.

Me encantó que mi familia me ayudara. Mi hermana llegó sábado por la mañana y en un, dos por tres armó el display. Y la que realmente se tiró todo el finde a mi lado -excepto un rato el domingo por la mañana- fue mi madre. ¡Gracias Má! Quedó tan encantada que almorzamos choris el sábado y me decía: "Es que hay que consumir local". Domingo cuando fue a comprar comida, regresó con los choris. ¿Mami, y no quería nada más?. "No -me respondió- es que de aquí a que volvamos a comer esto y además hay que consumir local".

Está tan emocionada que ya se apuntó para ayudarme el otro Mercadito y ya está pensando hacer lámparas - es ingeniera eléctrica -, así que pronto la verán por ahí.

También mis mejores amigos estuvieron ahí para apoyarme: estuvieron en mi casa empaquetando productos, han llegado a ayudarme a montar, cuidar el puesto, a desmontar y transportar. Sino hubieran estado, no habría salido.

De todo, lo que más me gustó y me sigue gustando -después de 2 ediciones más en las que he participado- es la gente. Los clientes pasan, preguntan, hablan, compran, hacen sus listas y -lo mejor- se admiran. Los que llegan por primera vez se quedan sorprendidos de la capacidad, creatividad y talento que cada uno de los que ahí estamos representamos. Los que vuelven y vuelven es porque se han enamorado y son solidarios apoyando lo local.

En cuanto a los que participamos, se vive y se respira un ambiente tan de armonía, respeto y cordialidad que encanta.

He hecho buenos amigos en El Mercadito: gente con un corazón enorme, que de primas a primeras se preocupa por el de a la par, que ve en el prójimo a otro ser humano, nada de competencia, simplemente otro salvadoreño que está haciendo su parte para mover al país, porque sí, son este tipo de iniciativas las que necesitamos. Las que nos unen. 

Gracias amigos de El Mercadito.

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