[nacer, morir y renacer: dolores]

¿Y ahora qué hago? Cuántas veces nos hemos enfrentado a esta pregunta...

Nacemos una vez y nos duele, a nuestra madre y a nosotros. Pero durante la vida estamos destinados a nacer una y otra vez y otra vez y cada vez duele más.

La vida es un ciclo donde morimos y nacemos. Lo vemos en la naturaleza con las estaciones y con el día y la noche, los ciclos de la luna... Morimos por distintas razones: se nos cayó el mundo, nos pasó algo que botó todos los argumentos, todo aquello en lo que creíamos ya no existe; o bien nos rompieron el corazón y nos quedamos vacíos, dimos todo y al final no sirvió de nada, estamos con una gran maleta llena de planes y sueños; o bien nos cortaron la línea donde veníamos, nos dieron una patada y nos lanzaron a la calle... nos sentimos solos, vulnerables, desvalidos y agonizantes. Nos estamos quemando por dentro. Hemos tocado fondo.

Eso es bueno. Tocar fondo significa una base, más abajo ya no podemos llegar, es momento de levantarnos, ya hay una base sólida en nuestros pies, es momento de tomar decisiones. Empezamos a escalar, a renacer, a reinventarnos con ese poquito que nos ha quedado, con esa maleta grande, con eso vacío y planes rotos.

Es hora de nacer de nuevo y por supuesto duele y duele más que la muerte, porque estamos atravesando ese conducto estrecho, luchando por vivir y salir y gritar en un llanto de victoria ¡Aquí estoy de nuevo!

Todos sabemos la leyenda del ave fénix, que nace de las cenizas pero quién nos garantiza que el ave no sufre dolor mientras se quema viva o mientras rompe el cascarón.

Nacer y morir duele, pero no lo cambiaremos mientras vivamos, mientras sigamos luchando por estar en paz y ser felices.

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