[ ¡A sopetones no! ]

La sopa y yo tenemos una relación odio-amor-odio y de ambos lados. 

Soy pariente de Mafalda: No me gusta la sopa. No. No me gusta para nada. Creo que fue el empacho que tuve de pequeño: mi abuela hacía sopa todos los días, pero todos los días. Era sopa más plato principal. El colmo fue una sopa de masa acompañada de croquetas de carne y fresco de masa, sí, de masa. Todo delicioso, pero la masa y la sopa me habían rebalsado la olla. 

Y como a mí a "sopetones" no, decidí no más sopa por el resto de mi vida. Huelga de cucharas caídas.

El tiempo ha pasado y ha habido una pequeña reconciliación con el plato. Por ejemplo, las delicias salvadoreñas son siempre bienvenidas. Una exquisita y tradicional sopa de frijoles es irresistible, sobre todo con hueso, queso, aguacate, requesón y tortilla tostada y no me importa parecer gato relamiéndose los bigotes con una buena mariscada.

También he hecho las pases con la sopa de tortilla y con la sopa de papa, aunque la papa es riquísima en cualquier presentación, excepto cruda.

Por otro lado, con la edad, uno se va haciendo consciente de que debe comer balanceado y no andar de berrinche con las pocas opciones que van quedando. Entonces, estos días que he tenido una gripe terrible pensé que para aliviarme más rápido necesitaba "caldo de pollo para el alma". Y con toda la buena intención, pasé al súper a comprar los ingredientes. Además una amiga se ofreció a hacerla, por supuesto le iba a ayudar para aprender.

El primer problema que se presentó fue que no había gas. Así que mi amiga no me pudo ayudar. Al día siguiente, manos a la obra: gas check, ingredientes lavados, cortados y pelados check y vamos...  Resultado: me quedó salada. 

Siempre me pasa algo con esta sopa de sobre: salada o se me quema. Sí, se me suele quemar porque le pongo mucha verdura y el agua se me evapora bien rápido, termino comiendo algo así como fideos con verdura y pollo. Y ni les cuento con otras cremas lo que me ha pasado, mejor las uso como salsas para platillos principales.

Pues con todo y eso, pensé acompañar mi dieta de líquidos con el gazpacho, porque si he de tomar sopa que tenga algo gourmet. Me tiré al vacío con todo y ese temor por esa incapacidad amatoria hacia la sopa.

Pero no, me quedó perfecta. Me encantó, me relamí los bigotes y el plato con el pan tostado. Por fin pude hacer una sopa. 

Cabe aclarar que el gazpacho es como hacer una ensalada y con las ensaladas no tengo problemas porque son libres en cantidades e ingredientes, ponés esto y aquello y lo otro y zaz el resultado puede ser siempre espectacular. Con las sopas es otra historia, hay que ser más precisos, más coordinados, más "by the book".

Con postres nunca he probado, he hecho pocos y han quedado bien, pero esa es otra historia, una más dulce.


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