[33 historias de infancia: h1 semana santa]

Una de las muchas ventajas que tiene cumplir años en abril es que la semana santa está cerquita y por tanto hay vacación. 

Cuando estaba pequeño siempre me iba a Sonsonate a casa de mi abue, sobre todo después de que ella regresó de EE.UU., era una tradición, yo llegaba y nos pasamos toda la semana en la calle. Sobre todo porque allá en esas fechas en una fiesta completa.

Jesús Nazareno
Yo empezaba el lunes, con la procesión de Jesús Nazareno que si no mal recuerdo sale de Catedral y recorre algunas calles. Y así martes y miércoles. Además porque mis primos siempre han salido de morado, entonces andábamos con mi tía y ellos, a la par.

Av. Tecún Umán en la Atonalt
Como el jueves santo, la Procesión del Silencio pasa frente a la casa, algunos años los vecinos se reunían para hacer una sola alfombra por toda la cuadra. Ponían piedras para cerrar la calle y entre juegos a la pelota y "lleva" -como se le conoce a la mica- terminábamos pintando con cal para dejarlo blanco o con aceite quemado para que quedara negro.

Llegaba el jueves y desde la tarde empezaban todos los vecinos frente a sus casas a armar la alfombra. El resto de mi familia aparecía ese día y mis hermanas se ponían a ayudarme para terminar la alfombra de la abuela. Una vez lista, dábamos un pequeño recorrido por la calle para ver el resto y después un baño para esperar la noche.

Procesión del Silencio
Como Jesús pasaba entre las 11 p.m. y 1 a.m. teníamos mucho tiempo y andábamos dando vuelta por otras colonias hasta que por fin pasaba. 

Vía Crucis Cristo Negro
A veces la abuela iba al Pilar a verla entrar, otras se quedaba en casa, porque a las 5 a.m. del Viernes Santo íbamos con vela en mano para el Vía Crucis del Cristo Negro de la Ermita de San Sebastián. A las 7 u 8 ya estábamos otra vez en su casa, solo para agarrar fuerzas.

A las 11 íbamos a encontrar la procesión del Nazareno para ir al parque central, frente la alcaldía para las cortesías y los encuentros. Toda una recreación del juicio de Jesús y un narrador con una voz desgarradora mientras las imágenes van moviéndose para representar ese doloroso momento.

Verónica limpiando el rostro
Terminaban y a casa para estar antes de las 5 listos para la salida del Santo Entierro. Aquel silencio, aquella solemnidad moviéndose al paso de los cargadores y la urna. 

Nosotros también hacíamos estaciones, nos encontrábamos con los primos, con tíos, con vecinos. El Viernes Santo es una fiesta, todo Sonsonate está en la calle esperando el Santo Entierro y entre saludo y abrazo y conversa se pasa la noche, hasta que la abue decide que es hora de dormir un ratito. A las 5 a.m. ya sábado, de nuevo ya estamos despierto para caminar dos cuadras y seguir de nuevo la procesión que ya está en su recta final.

Urna del Santo Entierro
Entre las 6:30 a.m. y las 8 a.m., la Catedral está abarrotada. Los cargadores entran con la urna, la colocan y justo despúes las imágenes de María, María Magdalena y San Juan, quienes aguardarán un año para volver a salir.

Antes del mediodía, ya estamos con maletas y todo porque la abue -como no ha dormido bien en toda la semana- anda un poquitín estresadita. Entonces decidimos dejarla descansar, porque a ella le falta la Procesión de la Soledad del sábado por la tarde.

Así se me escapaba la Semana Santa, entre el calor familiar de Sonsonate, la sal de las alfombras, los abrazos de los tíos, los juegos con primos y vecinos. Años con cumple y otros sin cumple. Pero qué rico era pasarlo con la abue, alistándonos para salir a las procesiones y viendo novelas.

Este año viví muy similar mi Semana Santa y me encantó.


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