[amores de... cocina]

eran las 9 de la noche y ella se enrollaba una toalla en el cuerpo y otra en la cabeza. la noche apenas comenzaba y ella preparaba sus municiones para la caza urbana.

se sentó frente al espejo, encendió las luces cual camerino de estrella, abrió su neceser, escogió cuidadosamente las armas, las colocó sobre el tocador. agarró el pincel n.º 3, sombra death bleu, delineador negro y tentation rouge para su boca. mientras aplicaba, la pintura recordó su última aventura, la de hace un par de días, y dijo para su reflejo: salir con un chef... hmhmhmhm no sé. tiene sus ventajas y sus desventajas como todo. la ventaja -suspiró- es que saben ponerle sazón a la relación, fácilmente reconocen tu punto de ebullición y cocción al hacerte el amor, saben cómo ir gradualmente subiendo la temperatura, te derriten a besos en un baño de maría y si sos el plato fuerte te llevan poco a poco, a fuego lento, hasta que te conquistan y caes rendida en la mesa, pidiendo más, pidiendo llegar al postre.

apagó la luz de su recámara. se dirigió hacia la cocina con su vestido rojo, su rubia melena rebelde y en sus tacones 9 de aguja. antes de salir a la batalla, preparó un cosmo, encendió un cigarro y se asomó a la ventana de su décimo piso, seguía pensando en el juguete de hace pocos días.

la desventaja de salir con un chef es que puedes salir quemada o cortada, porque si no sos más que la entrada y le entregás el corazón, hmhhmhm bueno [*bocanada de humo de cigarro], te lo pica, rebana, te lo hace cuadritos, lascas, julianas, te lo tronchan. lo tiran al aceite hirviendo y se lo comen sin remordimientos y las sobras escupidas a la basura.

apagó el cigarro, abrió la puerta y concluyó: salir con un chef... hmhmhm no sé.