[si no lo digo, no existe]

el lenguaje no solo nos permite describir la realidad, sino tambien posibilita la creación de mundos imaginarios; es decir creamos cosas que se vuelven reales al nombrarlas, sino no existen. a saber, unicornio: (del latín unicornis) 1. animal fabuloso que fingieron los antiguos poetas, de forma de caballo y con un cuerno recto en la mitad de la frente [rae.es].

así podríamos seguir con otras criaturas o mundos que escritoras y escritores han creado y que existen en sus páginas... en resumen, las palabras dichas o escritas tienen magia, tienen el poder de traer al plano real aquello que es irreal.

pero no solo en la fantasía literaria sucede, ocurre también en nuestra cotidianidad, aunque en este caso sea totalmente lo contrario.

muchas veces tenemos miedo de decir las cosas porque simplemente al expresarlas sabemos que se hacen realidad, mientras estén en nuestra mente y ronden ahí no hay problema. confesar en voz alta que alguien nos gusta, que tenemos ese defecto, que aceptamos haber sido nosotros los culpables, hasta que no las verbalicemos no hay problemas, no existen.

también pasa lo contrario, sabemos que algo no está bien, pero todo sigue ::bien:: porque no nos han dicho lo contrario.

la relación no funciona, pero seguimos hasta que uno de los dos, decide hablar; te amo, pero si no lo digo no existe; tengo hambre pero si no lo digo, no es cierto. incluso podemos mentir y esa mentira existirá.

verbalizar es como lanzar un hechizo, es traer al plano real, a lo cotidiano aquello que solo vive en el plano de nuestra alma, es sacar a la luz nuestros secretos... y como dicen por ahí, la verdad libera y al ser transparente con nosotros mismos y con la gente que amamos, nos quitamos pesos, nos hacemos livianos y ligeros.

digamos lo que sentimos -de una buena manera, por supuesto-, seamos auténticos y tendremos paz con nosotros mismos.

las palabras tienen magia...

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