[el acuerdo]
se sentó a esperar, su cita aún no llegaba.
entonces ordenó lo mismo de siempre, el típico cosmo acompañado de un cigarro que normalmente se acaba con premura, lo mismo que la copa; pero en esta ocasión decidió matar la ansiedad a sorbos de alcohol y tabaco, despacio, lo que tenía que hablar no era algo tan fácil, era una decisión -quizá- la más importante de su vida.
la puerta se abrió y como siempre su perfume fue lo primero en delatar su presencia.
una columna de humo le indicó el lugar acordado, se acercó, se sentó y preguntó: ajá, de qué querías hablar. unos segundo pasaron entre un cigarro que se apagaba y uno que se encendía.
- de lo nuestro, de lo que tuvimos, de lo que ya no tenemos y de lo que quiero que tengamos.
- te escuch... y soltó una bocanada de humo.
poco a poco la mesa se fue llenando de colillas de cigarro, copas, botellas, recuerdo, acuerdos rotos y cumplidos, mentiras descubiertas y verdades ocultas, buenas intenciones con cara de malas, orgullos anudados, rencores guardados, viejas heridas, besos no dados, ::te amo:: no dichos, ::te odio:: susurrados, planes construidos y desplanificados, gritos, caricias... hasta que por fn, en medio de la negociación, firmaron el pacto que los uniría para siempre, pero en ese para siempre humano y efímero como la vida misma.
sin embargo, antes de firmar, con la mesa limpia para empezar de nuevo el camino y con los puntos aclarados, dijo: solo una cosa no te puedo dar, mis alas...
entonces ordenó lo mismo de siempre, el típico cosmo acompañado de un cigarro que normalmente se acaba con premura, lo mismo que la copa; pero en esta ocasión decidió matar la ansiedad a sorbos de alcohol y tabaco, despacio, lo que tenía que hablar no era algo tan fácil, era una decisión -quizá- la más importante de su vida.
la puerta se abrió y como siempre su perfume fue lo primero en delatar su presencia.
una columna de humo le indicó el lugar acordado, se acercó, se sentó y preguntó: ajá, de qué querías hablar. unos segundo pasaron entre un cigarro que se apagaba y uno que se encendía.
- de lo nuestro, de lo que tuvimos, de lo que ya no tenemos y de lo que quiero que tengamos.
- te escuch... y soltó una bocanada de humo.
poco a poco la mesa se fue llenando de colillas de cigarro, copas, botellas, recuerdo, acuerdos rotos y cumplidos, mentiras descubiertas y verdades ocultas, buenas intenciones con cara de malas, orgullos anudados, rencores guardados, viejas heridas, besos no dados, ::te amo:: no dichos, ::te odio:: susurrados, planes construidos y desplanificados, gritos, caricias... hasta que por fn, en medio de la negociación, firmaron el pacto que los uniría para siempre, pero en ese para siempre humano y efímero como la vida misma.
sin embargo, antes de firmar, con la mesa limpia para empezar de nuevo el camino y con los puntos aclarados, dijo: solo una cosa no te puedo dar, mis alas...
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