{adictos al amor}

cuando nos enamoramos o nos ilusionamos con alguien, nuestro cuerpo segrega ciertos químicos que nos hacen sentir bien, nos dan felicidad, nos ponen de buen humor. también sucede cuando la relación termina, los químicos nos dan el efecto contrario y caemos en depresión, tristeza, ansiedad y desesperación.

si nos acostumbramos a sentir estas emociones, nos pueden pasar dos cosas o buscamos a esa persona que nos hizo tan bien o tratamos de suplir esas necesidades con otras. es decir, nos hacemos adictos al amor.

en una relación sana, el rompimiento es normal, duele, hay luto.

si nos aferramos a ese sentimiento, nos obsesionamos por el otro u otra, a tratar de llamar su atención y cada vez que nos atiende, vuelve el proceso químico, volamos otra vez. sin embargo, la relación está clara, no habrá nada . entonces caemos. es decir, nos conformamos con migajitas de atención, de amor, cinco segundos son suficientes, aunque el resto de la semana la pasemos hundidos en la depresión y planeando cómo volver a tener esa pequeña dosis.

la segunda forma es cuando iniciamos una relación o con posibilidades, nos aferramos, nos dejamos y sufrimos. entonces buscamos una nueva relación para repetir el ciclo. igual no funciona, así que migramos a otra y a otra. pareciera que nuestra soledad es tan grande que nos vemos desesperados por una dosis de amor y poco a poco nos vamos dañando y coleccionando relaciones que nos dañan.

es cierto estar en los extremos -enamorado y deprimido- nos puede traer buenos momentos creativos, si sabemos conducir esa energía por el buen camino. sin embargo si vivimos en esos altibajos, conseguiremos desequilibrar a nuestros cuerpo, corazón, mente y psiquis.

¡a cuidarse! no tomemos las relaciones como si fueran nuestra vida, mejor que sean parte de ella. el último amor aparecerá cuando nuestro corazón deje de latir, por el momento, nadie es único. así que a rasparse, sin caer en adicciones.

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