Las heroínas de mi vida... 2004

Antes pensaba que las personas más importantes de mi vida, cabían en la palma de mi mano, pero no es así.

Esto es para las mujeres que hasta el momento han modificado mi visión de la vida. Solo déjenme decirles que son maravillosas…

En primer lugar a mi madre por haber tenido el valor suficiente de enfrentarse al mundo por este Pato Donald, por tener ese coraje para luchar y obtener sus metas. Siempre fue una meta intentar superarla. Gracias madre por ser un ejemplo para mí.

A la gorda, mi morenita, gracias por unirte en esta loca familia de la cual formamos. Vos fuiste la primera en hacerme compañía en esas cuatro paredes del hogar. Gracias por confiar en mí y por guardar mis secretos. Vos y yo somos compinches de esta vida. Sabés lo orgulloso que me siento de vos, sos única en tu especie: tenés un gran corazón para todos, no lo perdás.

A mi bebe, mi cachita, mi peloncita, gracias por dejarte querer y cuidar. Por despertar en mí ese instinto paternal. Te adoro bebé, y también me siento muy orgulloso de vos. Creo que entre los dos hemos desarrollado una relación de interdependencia, pensé que vos dependías más de mí, pero es todo lo contrario: yo dependo más de vos, de tu alegría, de tu risa, de tus cuidados. Bebe sé grande, soñá por lo alto y recordá que te espero para que seas una gran cantante de Opera. Siempre serás mi bebé…

A mi otra hermana, Carolina, vos fuiste la primera que me enseñó sobre la amistad, que supo aceptarme tal cual, con mis errores y defectos. También nos hicimos cómplices de la vida, con travesuras y secretos. Gracias doctora por quererme.

A la negrita, esa mujer de cobre con corazón de hierro. Gracias por cruzarte de nuevo en mi camino, por enseñarme a sacarle provecho a mis errores, a defenderme por mí mismo, a no temerle a nada. Llegaste de nuevo en el momento en el que más lo necesitaba. Gracias por quererme cómo lo haces.

A la chiquita, por decir siempre la verdad, por golpear cada vez que desfallecía para levantarme, por dejarse ayudar por este loco que la requiere, por creerse esa terapia de la “mierda”. Porque en definitiva, si lo somos, hay que ser de la mejor ¿o no chiky?

A la Kato, por enseñarme a sonreír a pesar de las adversidades, a verle el lado positivo a todo, por todas las sonrisas que regalas a diestra y siniestra.

A Margarita, a esa compañera de vida, de gramática, de lenguaje. Gracias por compartir esa locura llamada español. Por estar ahí y regalarme rayitos de luna con tus poemas, por esa pasión con la que envistes a la vida. Marga, cómo sería una lágrima de sol y antes de que se me olvide, recordá que el negro te sienta mejor.

A las grandes maestras, a la maestrísima Ana María Nafría, gracias por enseñarme a amar el lenguaje, por regalarme sujetos y núcleos, complementos directos e indirectos, y suplementos -que aún son un poco oscuros para mí, pero prometo que los desvelaré cueste lo que cueste-. A la gran Carmencita, esa maestra con empeño, fuerza y tenacidad, como lo dije antes sigue siendo un Monstruo, un gran personaje. Gracias Carmencita por aumentarme la sed de conocimiento. A Ivón, por ser además de maestra, una gran amiga. Cada vez que me sentía desahuciado sabía que contaba con vos, y me levantabas los ánimos, gracias por enseñarme de comunicaciones y a amar la filosofía. A Lorena, por su teoría y a Nátaly por su practicidad. Creo que a ustedes, al igual que yo, les apasiona dar clases, heredar los conocimientos académicos, pero también, esos que nos ayudan en el diario vivir. Me he reído cuando de pronto dando clases he reparado y las descubro en mi forma de dar clases o de decir algunas cosas. Gracias maestras, no tienen idea cuán importantes han sido en mi vida académica y secular.

A la Miau, por ser tan mujer (no piensen mal, ¡eh!), por luchar por lo que cree, por buscar siempre la superación, por abrirse campo en todos los aspectos y poner en alto a las féminas, por mostrarme lo bello de la danza y de las tablas donde no hay más que el cuerpo para la comunicación. Gracias Miau, por compartir conmigo, también gracias a Camila.

A Norma, por su entereza y firmeza, por compartir conmigo sus problemas, por tener confianza en mí. A Noa, por su “la ra ri ra ra rau”. Por compartir conmigo esas tardes en la agencia, esas mañanas, por su risa y alegría. A ambas las admiro, sus hijos poseen una suerte increíble al tenerlas como madres.

A los seres mitológicos de mi trabajo. Las del toque exquisito:
A Sirene, por descubrir en mí un amigo, por despertarme esa pasión por las cosas bellas de la vida, el arte, el diseño, por hacerme más fashion, por esa seguridad de que todo lo que me propongo lo puedo hacer, por enseñarme que lo más simple en esta vida es lo más hermoso, por redescubrir en mi el niño interior.
Al hada del bosque, por su presencia, por sus caricias en el rostro, por sus cuidados, por ayudarme en todo, por su confianza, por hacerme su espía. Te lo repito amiga: serías la mujer de mi vida sino hubiera dos razones fuertes, vos las sabés.

En fin, estoy a punto de comenzar una nueva etapa, a lo mejor me he creado demasiadas expectativas, pero es un reencuentro conmigo mismo, algo que lo tenía pendiente. Una cita con el destino, que no habría sido posible si ustedes no estuviesen en mi vida, si no se hubiesen cruzado. De nuevo, gracias, muchas gracias por dejarse encontrar en este época. ¡Las admiro a cada una de ustedes! Saben, a cada una me las llevo en el corazón, porque puedo afirmar que son parte de mí, que yo soy así en parte gracias a ustedes.

Solo les quiero pedir un favor: sueñen, sigan soñando que es lo único que vale la pena en esta vida.

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