Pero... ¿por qué te gusté?

En primer lugar, quedé fascinado con tu personalidad.
Quedé fascinado con tu rostro, tus ojos, tu nariz y tu boca.
Quedé fascinado con tus manos y tus pies (me encantaron simplemente).
Con tus piernas quedé enloquecido, maravillosamente hermosas.

Quedé fascinado con tu forma de entregarte, de disfrutar y de que yo haya disfrutado con vos.

Quedé fascinado con tu sexualidad y, aún más, con los besos que te di.
Quedé fascinado con tu cuerpo de forma total...
Quedé fascinado con el lunar que tenés en el brazo.
¿Qué querés que te diga? ¡Es que me encantaste!

¡Odié el tiempo a más no poder y la prisa que llevabas!

Prestado de un correo que leí, de autor anónimo, con una perfecta mezcla de romance, erotismo, candidez y deseo...

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