Las 4 “R” de la ruptura

Así como el principio de un romance tiene sus etapas: acercamiento, descubrimiento, conquista y enamoramiento, así también las tiene la ruptura. Decir adiós es más difícil de lo que parece, a veces hasta lo creemos imposible, pero debemos pasar, a mí criterio, por ciertas etapas para superarlo.


Resentimiento, primera R

Acabamos de terminar o nos acaban de terminar. El otro es culpable de todo lo malo de la relación: si hubiera hecho esto, aquello o lo otro. Odiamos entrañablemente, puteamos, pataleamos, escuchamos canciones que solo nos recuerdan la mala persona que fue y nuestra mente nos trae a la memoria cuánto sufrimos, cuánto hicimos y no importó, cuánto tratamos de que todo siguiera bien y nada. Aceleramos el carro cantando a gritos que es despreciable y lo bien que estamos solos.

Que si nos engañaron o la relación no tenía arreglo no importa, el odio es parejo y cruel. Nos sentimos estúpidos y tontos por haber sostenido la relación tanto tiempo. “Es que tengo cuatro dedos de frente, ¿cómo pude soportar tanto?”. Y nuestras lágrimas son de dolor. Nos odiamos también, nos victimizamos, desgarramos las vestiduras porque es lo peor que nos pudo pasar, por qué no nos dimos cuenta de eso antes.

Incluso queremos vengarnos del maltrato y caemos en los brazos de alguien más, ¡Craso error! Nos estamos dañando a nosotros mismos, estamos vulnerables aunque esa furia interna nos diga lo contrario. Las víctimas siempre seremos nosotros, no estamos listos porque al pasar a la segunda etapa este resbalón nos pesa o en el mejor de los casos - y si la suerte sonríe- estos otros abrazos nos ayudan a salir más rápido del ciclo.


Remordimiento, segunda R

La moneda se da vuelta y el peso del resentimiento se vierte hacia nosotros. Ahora nosotros nos ponemos el disfraz de brujas y verdugos.

Nuestra mente comienza a recordar con detalles minuciosos todo lo bonito que vivimos, todo lo que hicieron para enamorarnos: palabras, gestos, sonrisas, miradas, caricias… todo, exactamente todo. Nos sentimos mal y empezamos a preguntarnos: si hubiera hecho esto, si hubiera dicho o mejor no hubiera dicho, si hubiera esperado, si mejor hubiera improvisado… y como reza el dicho, el hubiera no existe.

Sacamos de nuestra mente el cajón de las cosas que quisimos hacer con nuestra pareja, esa lista que quedará incompleta porque nunca más la haremos con esa persona.

Entonces, nos asalta de pronto la idea de regresar, de te extraño, lo he pensado bien, podemos arreglar las cosas y mucho más. Depende de la circunstancia nos abalanzaremos sobre esta idea buscando la anhelada reconciliación que nos cortaría el ciclo. Si resistimos la tentación y el sufrimiento, vamos entonces a la siguiente etapa.

Pero ojo: Si caímos en la tentación en la primera etapa y estuvimos con alguien más, esto puede ser un impedimento para regresar, ya que sentimos como si hemos engañado a nuestra pareja.


Resignación, tercera R

Ya nos convencimos de que no podemos regresar, de que fue nuestra mejor decisión haber terminado, pero no deja de haber una pequeña molestia, cierta incomodidad, cierto dolor y angustia, como cuando nos hemos sacado una espina, sabemos que no está ahí pero la memoria del cuerpo sigue sintiendo el dolor.

Esta es la etapa directa hacia una pronta recuperación. Hemos luchado por regresar, hemos hecho lo humanamente posible por olvidar y ha dado sus frutos, nuestra mente dice: nos hace falta, pero tira la toalla, no vale la pena. Es como aceptar el problema y el contexto, qué más podemos hacer más que seguir adelante, con todo y nuestro calvario.

A lamer las heridas, un poco de lágrimas y sigamos…


Reconocimiento, última R

Hemos llegado a un punto en el que volvemos a hacer nosotros mismos, nos sorprendemos de que estamos regresando a nuestra anterior persona, nuestros hábitos regresan, nuestras ganas de pensar más en nosotros, como si algo ha pasado y hemos salido de un trance.

Es como salir de un túnel y marearnos al ver la luz. Y estamos ahí nosotros de nuevo, somos nosotros, hemos llegado, estamos como antes de que esa persona alterara nuestro entorno, nos sentimos de nuevo con control sobre nuestras emociones, estamos más livianos, reconociéndonos: ve, esto me gustaba, ahora, recuerdo. Estamos tan bien que hasta puedo afirmar que estamos listos para empezar de nuevo otro romance.

Es la mejor de las etapas para conocer a alguien, aunque a veces un poco de soledad y de estar con nosotros mismos después de tanto abandono, cae bastante bien.

Advertencia: puede haber un pequeño intercambio entre la primera y la segunda R, depende de cómo nos tome por sorpresa la ruptura y siempre el orden de los factores no altera el producto.

Terminado 07 de marzo de 2009 y corregido el 23 de marzo de 2009

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