Y después, ¿qué?

Toda relación tiene un final, a veces buenos términos: amigos; a veces malos: enemigos a muerte.

¿Cómo reaccionamos frente a esa persona cuando la casualidad nos hace encontrárnosla de nuevo?

Si terminamos mal, lo más fácil es apartarte, decir un improperio a media voz y ya está, nos evitamos toda la noche. Una actitud válida, aunque muchos dirán que el mundo adulto esto no pasa, pero creo que todos hemos oído hablar de la madurez emocional. No todos estamos igual.

Si hemos quedado como amigos, puede ser un problema. Si nos basamos en la premisa que en toda relación siempre hay alguien que quiere más, este será el primero en ponerse nervioso, en sonrojarse, en sentirse incomodo. Ambos lo estarán, pero uno más que otro. En fin, lo superficial del asunto es la versión que le daremos al resto, a los que nos rodean y conocen la historia.

Siempre hay uno que pierde o sale perdiendo más, socialmente hablando. Es incómodo encontrarse con el ex, ahora de amigos, qué hablar, qué decir, qué contar. Si la confianza ha sido buena, no habrá límites ni pena, si ha habido previo una amistad; pero si todo fue un acercamiento y la amistad se desarrolló con la relación, la incomodidad será más grande.

Los amigos tienen la costumbre de preguntar qué pasó, por qué pasó. No es nada agradable responder, menos cuando no existe una versión oficial de los hechos y cualquiera puede decir esto o aquello y al comparar las dos historias uno lleva ventaja sobre otro en el ámbito amoroso.

Es feo presentarse en ese desnivel, sobre todo si somos nosotros los que vamos perdiendo. Nos sentimos vacíos, golpeados, como que nada de lo que vivimos juntos valió la pena, porque ahora tiene a alguien; aunque ya el amor ha bajado, el ego siempre se espina.

Claro, lo peor es cuando nos encontramos con su actual pareja y nosotros llegamos solos. Normalmente estudiamos de pies a cabeza cómo es y sacamos una radiografía completa de todo lo malo que tiene para sentirnos no tan mal.

Nos presentan y a sonreír, no queda de otra. No podemos dar nuestro brazo a torcer, tenemos que seguir siempre como que nada ha pasada, como algunos dicen por ahí: Have Fun!

Entonces, ¿qué será mejor? Dejar que la distancia y el tiempo nos curen las heridas, escondernos de nuestra “víctima” y matar la relación o actuar “maduramente”, seguir conversando como si nada ha pasado y simplemente pensar que la relación evolucionó en amistad y el amor se transformó.

En ambos procesos, el adiós duele.

Junio, 2007

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