Nuestro amorómetro

En nuestra vida hemos aprendido cómo hacer las cosas, nuestra mente y sentimientos se han formado bajo ciertos paradigmas, reglas, parámetros y percepciones. Tenemos un “software” especial e irrepetible.

Hay una idea universal del amor, incluso nosotros tenemos una idea común que la apropiamos a nuestra vida y la realizamos a través de nuestra forma de amar. ¿Tendremos un “amorómetro” que nos indica cuánto amamos y cuánto nos aman? ¿Cómo hacemos para sentirnos amados y hacer sentir amada a la otra persona?

Si uno tiene una forma de amar y la otra persona tiene otra muy distinta, más de alguna vez nos sentiremos “desamados”, porque las acciones del otro no reflejan nuestro concepto, lo que nosotros buscamos. El amorómetro no va a marcar nada y a lo mejor hasta resta puntos. Lo mismo pasaría en el otro sentido, podemos hacer algo que para nosotros está en un rango alto para demostrar nuestro amor y para el ser amado puede ser que no sea tan “wow”.

Entonces, nos desilusionamos, pensamos que no somos el uno para el otro, dudamos si realmente estamos siendo correspondidos de la misma forma o no, si nuestras acciones son recibidas de la misma manera o no. Si aportamos al amorómetro del otro y si este aporta la nuestro.

¿Cómo descubrir ese martillo que hace subir el nivel del amorómetro del amante?

Casi siempre hacemos algo especial y aunque no esperemos concientemente nos retribuyan de la misma manera, el amorómetro anhela casi exactamente lo que hemos hechos, así también subiremos puntos.

Es decir, que la otra persona siempre espera que actuemos de una manera similar a como ella actúa.

Cuando hay un software con mucha coincidencia, se podría afirmar que todo marcharía por sí solo de la mejor manera. Pero cuando los valores son tan distintos y demasiado opuestos, se puede volver una lucha donde no hay ganadores, ni perdedores; donde el amorómetro puede estancarse o irse directo a pique.

La mejor manera de solucionarlo es hablando, teniendo en cuenta las necesidades del otro y no encerrándonos en nuestras propias maneras, tenemos que cambiar nuestro sistema, ponerlo en común acuerdo y tomar de ese mar de ideas, nuevos pensamientos y maneras de amar para postergar y subir al máximo el amorómetro, es como construir uno entre dos.

Pongo yo el mío, tú pones el tuyo y helo ahí: nuestro amorómetro, con los mismos códigos, mismo lenguaje y mejores resultados.

25. I .2007

Comentarios

Entradas populares