Mitos urbanos en el amor

Mito 1: El chico malo

En la vida de toda mujer, siempre se presenta el chico malo, un hombre –estereotipando- con cabello largo, un cigarro en la mano, chaqueta de cuero y en moto. El chico rebelde sin causa, autodestructivo que cautiva a las mujeres.

Seguramente el chico malo no se presente de esta manera, hay muchos chicos malos en el mundo, uno para cada gusto.

Este antagonista cautiva a la mujer pues cree que él necesita amor, precisamente ese amor que solo ella le puede dar. Despierta en ella, el instinto maternal, protector. Sin embargo, a pesar de todos los cuidados y amor que ella ofrece, el chico malo no deja sus habitudes, sus costumbre ni mañas y he ahí el problema.

Ella, que en una primera etapa estaba dispuesta a todo con él, ahora se siente desvalorizada, decepcionada y deprimida. Comienza a cuestionarse si realmente no dio lo suficiente y si tiene que dar más o que no ama tanto. Se cuestiona sobre sus principios.

De este lapso, pueden surgir dos reacciones: la primera, la mujer cae, se da por vencida y ella también se vuelve mala y tal vez combatiendo fuego con fuego pueda lograr el cambio. El caso de la película Grease donde la dulce joven se transforma en una superbomba aunque él esté dejando atrás sus malos hábitos.
La segunda, la mujer se deprime y queda bien herida, no quiere amar de nuevo, puesto que se ha repetido y se ha convencido de que no puede amar.


Mito 2: La damisela en apuros

Los hombres también caen frente a un mito: la dama en apuros.

La niña dulce, desvalida que necesita la protección de alguien para sobrevivir. Los sentimientos más viriles e incluso paternales surgen en el hombre. Él se convierte en una especie de superman que siempre salva a Luisa. Todo cuaja perfectamente, él da y ella agradece cada riesgo de “pellejo” que hace.

Lo malo viene cuando este superman no puede solventar el problema, entonces no queda más remedio que buscar otro superhéroe que la rescate, se nos frustra el héroe. O por el contrario, el hombre se cansa, pero ella siempre logra hacer que la salven. Si bien nuestro héroe no se frustra, se aburre y gracias a la culpabilidad siempre actúa.

Lo peor viene cuando él se da cuenta de que ella no es tan desvalida como pensó y ella se está aprovechando o simplemente usando, tal como hace Luisa con Superman. Ella puede valerse por sí sola, ella busca los problemas que podría evitar, y lo peor es que ella puede salir de ahí sola; excepto que no quiere hacerlo. Es una manera de tener a la disposición un héroe listo a cumplir sus caprichos. Un juego de poderes en donde la más fuerte es ella.

2005

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