Domesticación

"Uno siempre es responsable de lo que domestica". Le petit prince. Antoine de Saint Exupery

Algunos seres humanos tenemos nuestra naturaleza salvaje en el amor. Es decir nadie nos ata, amamos con libertad, nos entregamos por un momento y así como el viento sopla de un lado a otro, así vamos encontrando y coleccionando besos, caricias, manos, cuerpos. A lo mejor, no amamos simplemente nos encaprichamos con alguien y hasta que no lo conseguimos no nos rendimos o hasta no encontrar una mejor presa.

Seres libres caminando por doquier, sin rumbo, sin dueño, peregrinos del amor.

¿Pero qué pasa si nos enamoramos o alguien quiere enamorarnos, hacer que nos quedemos con ellos? ¿Debemos empezar un proceso de domesticación?

Hay dos maneras de obtener una mascota, un perro y un gato para ser más específico. O bien nos la regalan cachorritos o bien la encontramos tirada en la calle y nos la llevamos a casa.

Con los perros el proceso de adaptación es más fácil, un poco de comida y atención bastan para que el mejor amigo del hombre –y de algunas mujeres- se quede tranquilo en casa. Los gatos por el contrario no son nada sencillos, menos si es mayor y ya ha aprendido mañas.

Al gato hay que enamorarlo. Primero lograr que se acerque, ponerle comida para que nos conozca y sepa que no queremos hacerla ningún daño. Acariciarlo, consentirlo, dejarlo salir si quiere. No se le debe cerrar la cuenta ni intentar encerrarlo, sino se desespera y su naturaleza salvaje, que nunca muere, despierta más rápido y violenta.

Y a nosotros los seres humanos libres, ¿cómo pueden domesticarnos?
Por supuesto, que no es idéntico que con los gatos, pero un poco de caricias y atenciones superficiales no bastan. Hay que poner más empeño en la relación, apretar cuando es necesario y aflojar también.

¿Pero cómo hacer para que esta alma libre se quede con nosotros?

Creo que lo principal es no encerrarla, dejar que sea libre y que el amor que le damos sea esa libertad o parte de ella. Ir con paciencia construyendo algo y en todo caso estar seguros de que quiere quedarse con nosotros, que la atraemos instintivamente, no apresurar las cosas.

Raramente dos almas libres se pueden quedar juntas, en mi opinión, pero si se unen comparten esa alma salvaje y no hay domesticación en el sentido estricto de la palabra, sino un acoplamiento de alma. Por el contrario, si uno ha tenido una experiencia pasada, sabrá domesticar, manejar el asunto siempre y cuando lo desee.

La pregunta ahora es, ¿cómo hacer para que esa alma salvaje sea beneficiosa para la vida en pareja?


Junio, 2005

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