[vida textualmente activa]


desde que tengo uso de razón, tengo una vida textualmente activa y me gusta hacerlo y que me lo hagan todos los días.

cualquier parte es buena para tener texto, sobre todo en esos espacios públicos como la fila de los bancos, en los aviones, en las salas de espera, en la lavandería...  y no hay nada como uno bueno para pasar las largas noches de insomnio. por eso es indispensable andar un libro, una libreta y un lápiz.

pero el placer al texto, lo encontré con el tiempo, podríamos decir que fue un gusto adquirido. aunque no hay edad para comenzar a practicarlo, creo que entre más joven mejor.

las primeras experiencias lo marcan para toda la vida, sobre todo a la hora de escoger parejas textuales. en el colegio nunca leí una de las obras que nos dejaron, porque a la fuerza nada es bueno, mucho menos cuando una profesora agarraba a su ::text:: symbol y no paraba de hablar de él. prefería, en secreto, explorar el texto por mí mismo, a través de las pláticas de adultos o películas con recomendaciones.

aprender hacerlo también fue doloroso.

mi madre -como buena amante de la lectura- era muy estricta en mi redacción, así que desarrolló en mí cierto fetiche por la ortografía y la gramática. así, cada vez que hago el texto me protejo con diccionarios de todo tipo. uno nunca sabe cuando una mala tilde le pueda bajar el libido a un lector deseoso. aunque también creo fervientemente que las reglas han sido para sentar las bases y que de vez en cuando es necesario irrespetarlas para poder crear nuevas formas de expresión, textualmente hablando.

no me considero un experto en el texto, pero sí siento placer al meterme en las páginas de mi pareja textual o al desnudar el alma entre mis líneas, sacar mis palabras y párrafos para construir historias con el ritmo adecuado para concebir emociones.

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