Ana María Nafría, los inicios del Magus Civis Mundi
Bajo el árbol más grande del parque, yacía cada vez que necesitaba salir a despejar su mente mientras los niños jugaban hasta desfallecer por el cansancio decía más o menos la tercera y última oración que tenía analizar sintácticamente en mi parcial final de Gramática Superior. Me jugaba el 40% de la nota total si fallaba. Evento de ingreso a la Academia Salvadoreña de la Lengua A Ana María Nafría, la profesora de esa materia, la conocí en un interciclo. Acompañaba a una amiga a la clase de Lingüística I, yo entraba como oyente. Y mientras ella explicaba el uso del determinante “ el ” para sustantivos femeninos cuando estos empezaban con una “a” tónica [el águila], un préstamo del latín y sus determinantes femeninos originales, sentí mariposas en el estómago, tuve una Epifanía, una revelación divina, un punto de quiebre en mi vida y una visión de la vorágine que sería mi vida. Esa noche llegué a casa y le confesé a mi madre: Voy a estudiar filología , pero voy a